LLEGAS A MÍ.
Llegas a mí y te siento como eres,
como el ceñido rocío,
que hace estremecer por su frialdad.
Das a mí la impresión que envuelves mi cuerpo.
Te detienes y me pides amor que ya no tengo.
Vuelves a mí. ¿Por qué?, me pregunto.
Si pudo existir odio no lo experimento.
¿Qué siento?..., simplemente nada, ya no te quiero.
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